Un mural de Diego Rivera está vivo en la UNAM

Gracias a la tecnología del video mapping, lo que fuera un boceto a lápiz del afamado muralista Diego Rivera, se convirtió en una obra viva como si fuera el mural que imaginó en vida. La proyección iluminó los muros de la Facultad de Química de la UNAM, en este, su 105 aniversario.

De un boceto a lápiz al video mapping

En 1955, cuando tenía 68 años edad, y poco tiempo después de haber terminado la monumental obra de 46 metros de largo por 10 de ancho que adorna el Teatro de los Insurgentes o su célebre Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, el prolífico muralista había dejado listos los dibujos preparatorios para su nuevo proyecto: ‘La ciencia química presente en las principales actividades productoras útiles a la sociedad humana’. De aquella obra se conocía apenas un boceto a lápiz sobre papel de 61 por 47 centímetros, hasta ahora que, gracias al video mapping— tecnología en la que se usan proyectores para desplegar una animación sobre superficies arquitectónicas —, aquel mural cobró vida y se pintó de colores en el edificio de la Facultad de Química que mira al occidente en la Universidad más grande de América Latina y de la lengua española, por unos instantes, se pudo ver y casi palpar, lo que Rivera había imaginado.

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